El término “ciudad inteligente” procede del término “Smart city”. Es un concepto emergente y actual, que puede emplearse en la jerga del marketing y de la empresa para referirse a todo lo que engloba a las políticas de desarrollo.
Estas ciudades están siendo valoradas por tener un gran potencial. El objetivo es convertir a la ciudad en una ciudad lo más perfecta posible, buscando brindar a sus habitantes y al territorio la mejor calidad de vida posible, teniendo en cuenta la idea de gestionar correctamente los recursos naturales o materias primas.
Según Ecología Verde, se puede hablar de ciudades inteligentes cuando se dan las siguientes características:
- Coexistencia armónica de capital humano, inversión social, infraestructuras y comunicaciones, con un desarrollo económico y sostenible.
- Los factores anteriores se sostienen en la utilización de las nuevas tecnologías (TIC).
- Con los dos apuntes anteriores, se observa una mejor calidad de vida y una gestión concienciada de los recursos naturales.
- Para lograr todo lo anterior, es vital contar con la participación y el compromiso de los ciudadanos y ciudadanas de la ciudad.
- Hay un proceso constante de mejora que se relaciona con el crecimiento de los avances tecnológicos, que cada vez son más y mejores.
Este modelo de ciudad surge de la necesidad de un estilo de vida enfocado a la sostenibilidad, con lo que con él se puede reducir el consumo energético, las emisiones de gases de efecto invernadero, o consumir los recursos naturales de una manera más eficiente y concienciada.
Dicho esto, es necesario hablar de la importancia de involucrar unas políticas verdes o ecosostenibles adecuadas, ligadas a valores democráticos y sostenibles. Por tanto, Green European Foundation en su “Carta para la Ciudad Inteligente”, divide un total de 18 principios entre 3 bloques, que son: a) Democratizar el desarrollo de la tecnología, b) Tecnología al servicio de la democracia y los derechos fundamentales, y c) Tecnología en apoyo de los valores ecológicos y sociales. De este modo, los 18 principios son:
- Debate público y gobernanza democrática de la tecnología
- Participación de todos los grupos interesados en la tecnología
- Invertir en tecnología ciudadana
- Anticipar las consecuencias imprevistas de la tecnología
- Dejar que el conocimiento y la tecnología sean libres
- Priorizar la tecnología que conecta a las personas
- Dejar que la tecnología contribuya a una cultura democrática
- Proteger la privacidad y la información personal
- Compartir datos que no puedan atribuirse a una persona
- Que los sistemas digitales gubernamentales respeten los principios de la buena administración
- Establecer límites a la toma de decisiones por algoritmos y asegurar el control humano
- Trabajar en una infraestructura digital pública
- La tecnología debe contribuir a la sostenibilidad ambiental
- Evitar la dependencia excesiva de los sistemas digitales y conservar opciones no digitales
- Mantener espacios públicos donde las personas no estén constantemente vigiladas.
- Reconocer el derecho al contacto humano significativo y no externalizar el cuidado a los robots.
- Combatir la brecha social y digital.
- Promover una economía de plataforma justa.
Algunos nuevos ejemplos del binomio ciudad inteligente y políticas verdes en España son la ciudad de Barcelona, que ha implantado un software de fuente abierta, datos como bienes comunes y una cooperativa de coches compartidos. Desde Contraluz Investigación Social y desde SANNAS Empresas por el Triple Balance y con propósito constantemente estamos reaprendiendo sobre el cambio social dinámico que suponen las ciudades inteligentes y las política verdes.